Cantina la Martina en Kensington quiere demostrar que hay más atoles que solamente el de chocolate
“El atole sabe a memorias, a nostalgia y a respeto por todas las personas que nos han enseñado y compartido sus recetas con nosotros”, dijo el chef Dionicio Jiménez.
Mientras Filadelfia se prepara para un duro invierno, muchos prefieren una tacita de chocolate caliente. Pero hay otro contrincante en la batalla por mantener abrigados a los filadelfianos, el atole.
Esta bebida espesa (con masa harina, especias, avena, arroz molido, frutas o chocolate) no es nueva para la comunidad Mexicana de Filadelfia. Durante siglos, les ha servido de desayuno o como acompañante navideño cuando las temperaturas bajan. Dionicio Jiménez, copropietario y chef de Cantina la Martina, recuerda cómo su casa se llenaba de aroma a especias cuando su mamá preparaba el atole matutino.
“El atole sabe a memorias, a nostalgia y a respeto por todas las personas que nos han enseñado y compartido sus recetas con nosotros”, dijo Jiménez, q en su más reciente viaje a la ciudad de Oaxaca (México) conoció una atolería.
“Es como una cafetería, pero con atoles” explicó el chef.
Atraído por el olor a pistacho, nuez y rosas, y asombrado por la diversidad de sabores, se propuso expandir la variedad de los atoles disponiblesen Filadelfia.
El champurrado (chocolate con masa) es el sabor más común en muchos restaurantes mexicanos locales. Pero, desde Noviembre, Cantina la Martina ofrece en Kensington una experiencia de atole con siete sabores adicionales: Arroz con leche, flor de cacao, chocolate (un atole a base de agua con canela, chocolate dulce, piloncillo y un poco de masa harina) , guayaba, masa, avena, y calabaza.
A Mary Beth Appel, de 64 años y comensal asidua del restaurante le sorprendió saber que el atole podía hacerse con algo más que chocolate.
En su degustación de atole, presentado en una bandeja con pequeñas tazas de cada sabor, Appel probó por primera vez el atole de flor de cacao. “Sabe totalmente distinto. Es como un néctar de fruta espeso, no demasiado dulce”, dijo.
Su amiga Johanna Berrigan, de 68 años, que probaba el atole por primera vez, escogió una bebida pulposa de color naranja brillante.
“Me encanta... el sabor es maravilloso”, dijo Berrigan, quien se llevó una sorpresa al saber que era un atole de calabaza. “¡Ni siquiera me gusta la calabaza!”.
Por otro lado, Lucero Pizano creció comiendo atole. Como mexicana , esta bebida forma parte de la cultura de su hogar, pero nunca fue de su agrado debido a su consistencia espesa.
“Yo decía: ‘¿Abuelita, puedo mejor tomar chocolate caliente?’”, cuenta Pizano, de 30 años. Sin embargo, al probar el atole de chocolate de Jiménez, su opinión cambió.
“Sabe como el atole que yo tomaba de chiquita, pero no es tan espeso; es suave”, explicó.
El acompañante de cena de Pizano, Eugene Tull, de 31 años, se aventuró a probar el atole champurrado. Su consistencia terminó por ser una textura demasiado nueva para su paladar, pero el atole de guayaba se ganó un lugar en su corazón. Algo que Pizano sugirió podrían llevar a otro nivel con un poco de tequila.
En la sección de bar, Bruce Gordon y Chad Kent, ambos de 35 años, tuvieron la misma idea. Como ya estaban bebiendo margaritas de mango, se conformaron con lo que tenían y las mezclaron con su atole de guayaba.
“¡Qué rico!”, dijo Gordon. “No se nota el alcohol, sólo la guayaba y el mango”, añadió. La próxima vez, consideraríanañadirle Kahlua al atole de chocolate caliente, dijeron.
Dado que el atole se considera tradicionalmente una bebida de celebración familiar, los atoles de Cantina la Martina no llevan alcohol.. Pero, según Jiménez, la gente siempre puede pedir una versión para mayores de 21.
Los atoles vienen en tazas individuales ($5) o como degustación ($15) y se sirven los sábados y domingos.
Según el chef, todos los ingredientes son naturales y el chocolate es traído directamente de Oaxaca. Es un duro contraste con los problemas que Cantina la Martina y otros negocios de Kensington han enfrentado con los proveedores locales. Donde los proveedores, e incluso su compañía de seguros, han optado por abandonar la Cantina la Martina alegando que su ubicación representa un problema de seguridad.
“Lo irónico es que nos pararon los deliveries pero tienen su warehouse en esta comunidad”, dijo Jiménez. “No importa, encontramos otras formas; si tengo que ir, voy y recojo las cosas”, añadió.
Cantina la Martina tiene previsto servir esta bebida tradicional hasta finales de febrero o principios de marzo. Con ella, Jiménez espera llevar a la comunidad de Kensington la misma sensación de bienestar que él experimentó de niño.