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La comunidad migrante de Filadelfia pone en pausa su trabajo, la escuela, y las compras por temor a las redadas de ICE

"No todos somos rateros, ni asesinos. Sólo somos personas normales que trabajamos al maximo para darle una vida mejor a nuestros hijos", dijo un inmigrante indocumentado en el Mercado Italiano.

Iglesia Católica Saint William en Filadelfia, Pensilvania, el martes 28 de enero de 2025.  Saint William da misas para varias comunidades inmigrantes.
Iglesia Católica Saint William en Filadelfia, Pensilvania, el martes 28 de enero de 2025. Saint William da misas para varias comunidades inmigrantes.Read moreTyger Williams / Staff Photographer

Como cada domingo por la mañana, Nelly García se sienta en uno de los bancos de la iglesia católica Saint William, en el noreste de Filadelfia, dejando espacio para una de sus amigas cercanas con las que tradicionalmente asiste al servicio en español, pero algo era distinto.

Su amiga nunca llegó.

Como migrante indocumentada ir a la iglesia le pareció demasiado arriesgado, por temor a que aparecieran agentes de ICE y la deportaran a Guatemala.

“Ya me dijo: ‘Si [ICE] me lleva, tú quedas a cargo de mandarme mis cosas’”, dijo García, de 49 años.

En los primeros nueve días de la administración Trump, los reportes sobre la actividad de ICE han aumentado exponencialmente en Filadelfia, generando ansiedad en las comunidades migrantes, causando cambios en sus rutinas y alterando su cotidianidad.

El martes, el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos realizó una redada en un autolavado del norte de Filadelfia. Siete inmigrantes fueron detenidos, provocando una protesta donde alrededor de 25 pastores, activistas y residentes de la ciudad se plantaron afuera de la oficina de ICE en Center City. Al momento no hay información sobre las detenciones, de acuerdo a los funcionarios locales de ICE.

El miércoles, los rumores de una inminente redada desestabilizaron el famoso mercado italiano de Filadelfia, cerrando negocios y dejando puestos vacíos.

Para Jesús Mozo, que lleva décadas trabajando en un restaurante del mercado, el vacío en las calles es resultado de semanas de murmullos de “ya vienen”.

“Ya de una vez, si van a venir que vengan, en vez de estar así en esta incertidumbre,” dijo Mozo, un reconocido miembro comunitario. “Tenemos que juntarnos, hacer una marcha o algo, porque esto va a afectar no sólo a nuestra economía, sino a la de la ciudad ... Nosotros también somos gente y no podemos seguir viviendo con este nivel de miedo”.

En otros lugares, los migrantes se alejaban hasta del parqueadero de las tiendas de suministros como Home Depot, donde usualmente se paran con la esperanza de que un contratista les ofrezca un día de paga. Algunas personas incluso ni siquiera pararon en Wawa, para evitar los ojos vigilantes de hipotéticos agentes de ICE.

En medio de tanta información la realidad se distorsiona entre rumores, la cotidianidad de ICE, y el incremento de su actividad en una ciudad santuario grande como Filadelfia, donde los medios de comunicación ya confirman una detención previa.

El rumor de la presencia de ICE en la escuela primaria Julia De Burgos, en el norte de Filadelfia, se esparció como fuego pero resultó falso, dijo el director en un mensaje a las familias. Y el avistamiento de un auto de ICE estacionado fuera del Penn Presbyterian Medical Center resultó no ser más que un agente visitando a un familiar enfermo, de acuerdo con un empleado del Ayuntamiento.

A pesar de las falsas alarmas, los reportes muestran el nivel de alerta en el que se encuentra la comunidad migrante, especialmente ahora que el presidente Donald Trump ha declarado a las escuelas, hospitales e iglesias como objetivos potenciales para hacer cumplir las leyes de inmigración.

Casi inmediatamente después de asumir el cargo el 20 de enero, Trump revocó la guía de “lugares sensibles” que generalmente prohibía a los agentes de ICE llevar a cabo arrestos en estos lugares. Una política que ayudó a hacer de Filadelfia la zona cero de un movimiento santuario durante su primera administración, donde más de una docena de personas vivieron en iglesias sabiendo que ICE no podía entrar.

El domingo, el número de feligreses que asistieron a St. William en Lawncrest, y a la misa en vietnamita de St. Thomas Aquinas, en el sur de Filadelfia, no se vio muy afectados.

Los clérigos en ambas parroquias y en otros puntos de la ciudad dijeron que iban a mantener abiertas las líneas telefónicas. En St. Thomas Aquinas las llamadas provenientes de feligreses preocupados han aumentado considerablemente, dijo el reverendo Wilmer Chirino.

Chirino prometió que los agentes de ICE no pasarán por la puerta de la iglesia aunque exista una orden judicial legal. Según él, la única autorización de entrada válida es la aprobación del representante personal del Papa en Estados Unidos, dijo.

“Esto es como una embajada», dijo Chirino. Los agentes de ICE “pueden hacer lo que quieran fuera de la propiedad, pero adentro no”.

La Casa Blanca declaró a finales de la semana pasada que “la mayor operación de deportación masiva de la historia está en marcha”, aunque el “zar de la frontera” Tom Homan dijo a ABC News que el alcance de las deportaciones —alrededor de 13 millones de personas indocumentados viven en Estados Unidos— dependería de la cantidad de los fondos asignados por el Congreso.

En X, funcionarios de ICE publicaron una foto de agentes arrestando a un hombre junto a un número de teléfono para que la gente reporte “actividad sospechosa”. Al menos un hombre fue detenido anteriormente en Filadelfia durante las operaciones de ICE en ciudades santuario como Boston, Denver, Atlanta y Washington, informó el New York Post.

“El espectáculo forma parte de la estrategia de deportación masiva”, afirma la historiadora de inmigración Carly Goodman, profesora adjunta de la Universidad Rutgers-Camden y autora de Dreamland: America ‘s Immigration Lottery in an Age of Restriction. “Contribuye al miedo, lo que puede alejar a la gente de la vida pública y hacerla más vulnerable, al tiempo que alimenta la propaganda antiinmigrante”.

Los 117.000 alumnos del sistema escolar de Filadelfia, también enfrentan dificultades a medida que aumenta la actividad de ICE.

“La semana pasada vimos bajar la asistencia”, dijo un profesor de una escuela con alto número de estudiantes aprendiendo inglés, que no pudo dar su nombre debido a las políticas del distrito.

Algunos adolescentes confesaron que el miedo a las políticas migratorias actuales ha impactado su deseo de moverse libremente por la ciudad. Pero dado que la política local prohíbe al personal indagar sobre la situación migratoria de los estudiantes puede resultar difícil para los empleados de la escuela saber quién necesita ayuda, a menos que los estudiantes la pidan directamente.

“Estoy procurando ir suave con los niños”, dijo el profesor. “Ellos tienen preocupaciones reales, y las han tenido desde el día después de las elecciones”.

Oficialmente, el distrito ha reiterado su política de “escuelas santuario” implementada en 2021, reiterando su compromiso de proteger a los estudiantes y familias inmigrantes de las investigaciones de las autoridades federales.

El pánico ya había cundido el Miércoles pasado en el corredor de la calle Nueve del Mercado Italiano -hogar de los negocios mexicanos y latinos- cuando “una mujer estadounidense” pasó negocio por negocio gritando que ICE iba a hacer una redada a las 4 p.m., según varios comerciantes de la zona. ICE nunca llegó pero los trabajadores quedaron conmocionados.

“Algunas personas intentan ayudar, pero otras intentan intimidarnos, asustarnos”, dijo Isabel Espinosa, quien vive legalmente en Estados Unidos tras emigrar de México. “Tenemos que acordarnos de dejar el miedo atrás y darle cabida a la calma, no ganamos nada con tanto pánico”.

Espinosa, de 61 años, vende vestidos para comuniones y quinceañeras en el Mercado Italiano. Pero el negocio ha estado lento desde la posesión presidencial, dijo, un recordatorio de lo que fue el primer mandato de Trump, cuando aún carecía de permisos de residencia.

“Decían en la calle que ICE estaba en la nueve, y yo salía corriendo a ver si estaban para saber si tenía que agarrar mis cosas e irme”, dijo Espinosa. “Ahora soy residente, pero aun veo ese mismo miedo en mi comunidad”.

De hecho, el miércoles tuvo que cerrar su tienda después de que los trabajadores se rehusaron a ir tras recibir advertencias de otra supuesta inminente redada de ICE.

Mientras tanto, el New Sanctuary Movement of Philadelphia enfatiza la importancia de su entrenamiento “Conoce tus derechos”, añadiendo que casi una docena de nuevas iglesias se han unido a su base de 33 congregaciones en poco más de una semana. Además, el grupo latino Juntos dijo que reiniciaría sus “zonas de resistencia comunitaria”, donde los residentes del sur de Filadelfia ayudan a los vecinos inmigrantes. Las inscripciones están abierta y la gente puede unirse a una red para ayudarse mutuamente en caso de redadas o de acciones policiales ilegales, dijo el grupo.

Juntos continúa con su propio entrenamiento de “Conoce tus derechos” y planea tener un seminario para educadores sobre la política de escuelas santuario el 11 de febrero.

La organización también está alertando a la comunidad de que Trump ha reactivado la “expulsión acelerada”, una política que permite la deportación inmediata de personas indocumentadas que han estado en Estados Unidos por menos de dos años. Juntos insta a quienes han estado aquí más tiempo a llevar siempre una prueba consigo, dijo la directora ejecutiva Erika Guadalupe Núñez.

Trump ha prometido llevar a cabo una campaña de deportación nacional sin precedentes para expulsar a millones de inmigrantes indocumentados, poniendo en riesgo a unas 47.000 personas en Filadelfia, 153.000 en todo el estado y otras 440.000 en Nueva Jersey.

La mayoría de los estadounidenses apoyan las deportaciones.

Una encuesta reciente de Ipsos y el New York Times mostró que el 63% apoya expulsar a los inmigrantes indocumentados que entraron en el país durante los últimos cuatro años, y el 55% dijo estar a favor de deportar a todos quienes no tengan permisos legales.

Los expertos afirman que la deportación masiva requeriría miles de millones de dólares para ampliar drásticamente el sistema nacional de aplicación de la ley y detención de inmigrantes, y que lo que existe actualmente nunca podría hacer frente a la carga. ICE tiene unos 20.000 empleados en Estados Unidos y en todo el mundo -casi la mitad que el FBI- y cuenta con un presupuesto de $8.000 millones de dólares, según la propia agencia.

La semana pasada, en el Mercado Italiano, un hombre indocumentado que lleva décadas en Estados Unidos fue a trabajar como de costumbre, peparado para enfrentar lo que le depare el destino.

“No podemos estar en la casa de brazos cruzados”, dijo el hombre, quien se identificó como Armando. “Vinimos a trabajar, por más miedo que haya”.

El Mexicano llegó a Filadelfia siendo un adolescente, pero tras décadas de intentar regularizarse, mientras cría tres hijos estadounidenses junto a su esposa ciudadana, apenas está cerca de obtener la residencia permanente.

“Me gustaría que el presidente viera que no todos somos malas personas”, dijo Armando, de 34 años, ciñéndose la capucha de su sudadera para escapar del frío mientras clasificaba frutas y verduras. “No todos somos rateros, ni asesinos. Sólo somos personas normales que trabajamos al máximo para darle una vida mejor a nuestros hijos”.

Armando tiene tres hijos adolescentes, la menor de 13 años, y aunque sería terrible separarse de ellos, dice, no volverá a Estados Unidos si lo deportan. Tampoco pedirá a su esposa e hijos que renuncien a su vida para irse con él.

“Me quedaré solo,” dijo, “Siendo su papá desde lejos”.

La periodista Anna Orso contribuyo a este artículo.