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Florece la heladería La Guerrerense en el mercado italiano

"Esta era mi oportunidad de demostrar que el helado mexicano es tan bueno como el gelato."

Para leer esta historia en Inglés, haga clic aquí.

Si la arquitectura del helado existe, los hermanos Gabriel y Antonio Rojas llevan quince años en su práctica.

En la esquina de las calles nueve y Ellsworth se encuentra La Guerrerense. Una heladería capaz de asombrar los paladares locales con cerca de cien sabores complejos de nieves, paletas y helados de crema, entre sus sabores más conocidos están el mango con chile, beso de ángel (una combinación de cereza, malvavisco y almendra), mamey, tequila y piñón.

Hoy por hoy, La Guerrerense distribuye sus productos a 65 tiendas de la zona triestatal de Filadelfia y vende más de 110 galones de helado semanales. Pero, a pesar de ser una de las heladerías favoritas del sector, su historia no empieza en Filadelfia.

Los Rojas crecieron en Guerrero, México. Durante su infancia, los hermanos ayudaban a su familia a hacer helados tradicionales para vender en las ferias de pueblo. Sin equipo industrial en casa, los Rojas ponían fruta y leche, o agua, dentro de una garrafa para nieve hecha de madera y la giraban sobre hielo con sal.

La Guerrerense abrió sus puertas en Filadelfia en 2016.
La Guerrerense abrió sus puertas en Filadelfia en 2016.Read moreMichelle Myers

En aquellos tiempos, Gabriel tenía 10 años y veía el proceso como una tarea. “Yo sólo quería ser arquitecto”, recuerda sonriendo. Sin embargo, la falta de recursos puso en pausa ese sueño.

En 1986, Gabriel emigró a Los Ángeles para trabajar como recolector de fruta. Poco después, Antonio emigró para reunirse con él y trabajar en un restaurante italiano. Eso dio paso a un nuevo sueño, la idea de abrir su propio restaurante. En 1992, pusieron en marcha el plan: Antonio regresó a México para asistir a la escuela de cocina y Gabriel se quedó trabajando para financiar el proyecto.

Una vez en CDMX, Antonio conoció a una pareja de hermanos, propietarios de Heladerías La Vaquita, y se los presentó a Gabriel.

El cuarteto construyó una amistad a lo largo de los años y, cada vez que Gabriel visitaba México, aprendía un poco más sobre el negocio de los helados. A diferencia de su infancia, encontraba fascinante la posibilidad de crear infinitas mezclas de helados , pero la prioridad era el restaurante y no estaba dispuesto a descarrilar ese sueño.

“A veces pensamos que nuestras cosas no son tan buenas como las de los gringos. Esta era mi oportunidad de demostrar que el helado mexicano es tan bueno como el gelato”.

Gabriel Rojas

Pasaron catorce años, los Rojas se mudaron a Delaware y formaron sus propias familias. En 2006, abrieron el restaurante La Cabaña en Stanton, DE.

Un año después, durante un viaje de trabajo, Gabriel visitó el mercado italiano en Filadelfia. Fascinado por la cantidad de tiendas italianas e inspirado por la comunidad mexicana de la zona, se dijo a sí mismo, “A veces pensamos que nuestras cosas no son tan buenas como las de los gringos. Esta era mi oportunidad de demostrar que el helado mexicano es tan bueno como el gelato.”

Con Antonio encargado del restaurante, Gabriel siguió dándole vueltas a la idea de abrir su propia heladería . “Todo mi esfuerzo y sacrificio iba, y va, en intentar dar con una mezcla para que la gente diga: «¡Wow! Esto es una delicia»”.

En 2008, los hermanos alquilaron un edificio en Stanton, DE, pintaron las paredes de fucsia y verde, e instalaron un suelo de baldosas azules, congeladores, y una zona de preparación de alimentos. Así nació La Guerrerense.

La marca toma su nombre del pueblo de Guerrero, el estado natal de los Rojas. El logotipo, un muñeco de dibujos animados vestido de rosa y amarillo, representa además su identidad cultural, un guiño a la vestimenta tradicional del estado.

Mireya Rosa Chavez trabaja detrás del mostrador en la heladería La Guerrerense en Stanton, Delaware. La familia Rojas ha tenido una heladería en el mercado italiano de Filadelfia desde 2016, sirviendo más de 100 variedades de helados y paletas al estilo mexicano a una comunidad en crecimiento.
Mireya Rosa Chavez trabaja detrás del mostrador en la heladería La Guerrerense en Stanton, Delaware. La familia Rojas ha tenido una heladería en el mercado italiano de Filadelfia desde 2016, sirviendo más de 100 variedades de helados y paletas al estilo mexicano a una comunidad en crecimiento.Read moreJose F. Moreno/ Staff Photographer

“Yo siempre le decía tú estás loco”, cuenta la esposa de Gabriel, Marbella Ayala García. “El restaurante recién había empezado y teníamos tres niñas que alimentar”.

Durante más de 300 días, Ayala García madrugaba para llevarle café a Gabriel y prepar aperitivos mexicanos como esquites, nachos, aguas frescas y dorilocos para vender en la heladería. Mientras tanto, él mezclaba 20 sabores de helado y elaboraba artesanalmente 10 sabores de paletas de fruta a la semana.

Su hija, Gabriela Rojas, recuerda volver del colegio y encontrar a su padre mezclando sabores. Frutas y diversos ingredientes llenaban el mostrador, mientras Gabriel, cuchara en mano, se acercaba para pedir “Dame tu más sincera opinión”.

Si los niñas aprobaban el sabor, un baile marcaba la celebración. Si no pasaba la prueba, Gabriel volvía a mezclar. Esta tradición familiar continúa, y ha dado lugar a algunos de los sabores favoritos de Gabriela, como el capuchino y la más reciente creación, tiramisú.

“Él no sabe cómo parar”, dice Gabriela. “Es su pasión”.

Los sabores de los helados escritos en una pizarra de la heladería La Guerrerense en Stanton, Delaware.
Los sabores de los helados escritos en una pizarra de la heladería La Guerrerense en Stanton, Delaware.Read moreJose F. Moreno/ Staff Photographer

Gabriel estaba dispuesto a darle tres años al negocio para que tuviera éxito. “Si no funcionaba, pues le iba a hacer como los taqueros, muévete de esquina”, dijo. Sin embargo, en el primer año, la heladería floreció. Pasaron de luchar por conseguir clientes a distribuir los productos de La Guerrerense a más de 30 tiendas de Nueva Jersey, Pensilvania y Delaware.

En 2016, los hermanos Rojas decidieron que era hora de expandirse. “Sabía que si iba a abrir otro local, tenía que ser en Filadelfia”, dijo Gabriel. “Tenía que ser en el Italian Market”.

Como ocurrió en Delaware, el negocio se convirtió en un éxito en los primeros dos años.

Ni siquiera la pandemia pudo frenarlos: En 2021, los Rojas abrieron un tercer local en Atlantic City.

Un restaurante y tres heladerías después, los hermanos atribuyen el éxito de La Guerrerense al duro trabajo de su familia y a la forma en que la comunidad ha recibido sus creaciones con los brazos abiertos.

“Los latinos tenemos una cosa, a veces, el temor de hacer cumplir nuestros sueños aquí”, dice Antonio. Por eso, mientras trabajan en abrir una nueva tienda en Maryland, ayudan a otros miembros de la comunidad a perseguir sus sueños.

“No es una competición”, dijo Gabriel. “Cuando uno gana, gana la comunidad”.

Ahora que La Guerrerense cumple quince años, los hermanos esperan que sus hijos continúen con el negocio familiar. Sus esfuerzos en la fabricación de helados también sirven para garantizar que sus hijos “puedan seguir sus [propios] sueños”, dice Gabriel, algo que su hija Gabriela, estudiante de finanzas, valora mucho.

“La Guerrerense es el legado de mi familia, y espero convertirla algún día en una franquicia”, afirma.